Para evaluar el futuro que nos espera en Europa es conveniente estudiar las situaciones que se dan actualmente en América latina. Se nos adelantaron en más de una década a la actual crisis económica y consecuente liquidación del estado del bienestar (Caracazo en 1989, crisis del peso mexicano en 1994, quiebra de diversos estados a finales de los 90, corralito en Argentina en 2001), lo que se tradujo políticamente en la decadencia de la socialdemocracia y en el ascenso de fuerzas populares de izquierda en pugna contra regímenes ultraliberales. Dentro de esta peculiar situación me ha llamado particularmente la atención el auge de los partidos verdes de América latina ocupando posiciones de centro, cuando no netamente de derecha.
En las pasadas elecciones presidenciales del Brasil la candidata del Partido Verde, Marina Silva, obtuvo 20 millones de votos en la primera vuelta, convirtiéndose en la tercera fuerza del país con el 19,3%. Para la segunda vuelta el partido mantuvo una postura independiente sin decantarse ni por el derechista José Serra ni por la candidata del izquierdista Partido Trabalhista Dilma Rousseff, aunque algunos líderes locales sí se pronunciaron abiertamente por Serra, a quien la unión de estos políticos a su candidatura le parecía natural, ya que según su programa “la economía podía ser de forma sostenible".
En las elecciones presidenciales de Colombia el candidato del Partido Verde – Opción Centro, Antanas Mockus, obtuvo el segundo puesto con el 21,49% de los votos en la primera vuelta y el 27,5% en la segunda, quedando ganador el derechista Juan Manuel Santos. En el panorama político de Colombia, ante la exclusión de la izquierda por la situación de guerra civil, la oposición a la derecha ultraliberal queda en manos de una fuerza de centro cuyo programa se basa en el “desarrollo sostenible desde los puntos de vista social, económico y ambiental” y en el “crecimiento económico que facilite la redistribución”.
Mockus declara que “si fuera presidente de Colombia, con Venezuela escogería el camino del respeto y de la prudencia” añadiendo sin embargo que “si Venezuela se volviera otra Cuba sería una tristeza para todo el mundo”. Con Estados Unidos primer socio comercial de Colombia y aliado estratégico en la lucha contra la guerrilla de las FARC y los narcotraficantes, el candidato del Partido Verde prefiere la continuidad: “Es urgente tener la garantía de que el plan Colombia sigue”.
Otros partidos verdes de Latinoamérica no tienen tanto auge. El Movimiento Ecológico de Venezuela MOVEV que obtuvo en las últimas elecciones legislativas unos 100.000 votos se define como “una opción distinta que no tiene problemas en brindar apoyo a un candidato oficialista o de oposición ya que para ellos, lo único que importa es que dicha persona esté comprometida con los asuntos ecológicos”.
Se pronuncia en contra de la peligrosa visita de la flota rusa, dotada con buques de propulsión nuclear. Hace oposición contra el PSUV desde la derecha, postulándose como “alternativa que permita dar solución a las diferentes problemáticas venezolanas, entre las cuales resaltaron el seguimiento a los casos de los presos y exiliados políticos, la reciente crisis presentada por la descomposición de grandes cantidades de alimentos, la libertad de expresión y la protección de los bienes y propiedades de particulares y empresas”.
El sistema siempre promoverá, junto a su versión dura representada por el Neoliberalismo, alternativas que lo renueven superficialmente sin cuestionar sus contradicciones de fondo. Ante el declive de la Socialdemocracia, consecuencia de su fracaso histórico en la misión de preservar el estado del bienestar, la nueva opción reformista puede venir de los partidos verdes y en general, de lo que ha venido en llamarse “desarrollo sostenible”. El programa verde sería una transición energética que no pusiera en cuestión la lógica del actual Capitalismo Global, es decir sin parar su necesidad intrínseca de crecimiento y acumulación constante, recurriendo para ello a todo lo que se tiene a mano, pero con una cierta impronta tecnológica “Verde” (Green Tech Capitalism). Pero sobre todo impulsando los agrocombustibles y las energías renovables centralizadas, mostrando la potenciación de todas estas energías (en general de fuerte componente tecnológico) como el principal estandarte de su carácter “Verde”. No otra cosa es el proyecto de Greenpeace ‘Renovables 100%‘, según el cual España podría llegar a ser energéticamente autosuficiente en 2050, proyecto que aspira a cubrir el 100% de la demanda mediante energías renovables y aumento de la eficiencia, pero sin cuestionar la lógica del crecimiento continuo.
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