Me parece que concurren tantas cosas en favor de un príncipe nuevo que yo no sé si ha habido un tiempo más propicio que el actual. Y si, como ya he dicho, era necesario para ver la virtud de Moisés que el pueblo de Israel estuviera esclavo en Egipto, para conocer la grandeza del ánimo de Ciro que los persas estuvieran subyugados por los medos, y la excelencia de Teseo que los atenienses estuvieran dispersos, de igual modo, en el momento presente, era necesario para conocer la virtud de un espíritu italiano que Italia se viera reducida a la condición en que se encuentra ahora: más esclava que los hebreos, más sometida que los persas, más dispersa que los atenienses, sin un guía, sin orden, derrotada, despojada, despedazada, batida en todas direcciones por los invasores y víctima de toda clase de desolación.
Maquiavelo. El Príncipe, capítulo
XXVI “Exhortación a ponerse al frente de Italia y liberarla de los bárbaros”
Maquiavelo era, por encima de
todo, un patriota. Maquiavelo tenía un proyecto político, la unificación de
Italia en un solo reino. Si Maquiavelo enseña qué cualidades han de tener los
príncipes y cómo han de conducirse si quieren tomar y conservar el Poder, es
porque escribe para ese príncipe nuevo que habría de realizar ese proyecto.
Maquiavelo sostiene que es justamente cuando hay una crisis generalizada,
cuando las viejas instituciones se han revelado ineficaces, cuando todo parece
perdido, que es el momento de fundar un estado nuevo. Nunca se podría demostrar
la virtud excepcional de ese príncipe nuevo más que en circunstancias
excepcionales, como era la situación de postración a que había llegado Italia
en su época, dividida y ocupada por las potencias extranjeras.
El proyecto de Maquiavelo chocaba
directamente contra los intereses del Estado Pontificio, incapaz de unificar Italia
pero lo suficientemente fuerte como para oponerse a que nadie más lo hiciera. Ideológicamente,
Maquiavelo emancipa a la política de la religión: el Poder ya no viene de Dios,
sino que tiene sus propias reglas. No es de extrañar por tanto que “El Príncipe”
siempre estuviera incluido en el “Indice de Libros Prohibidos”, y que sufriera
una campaña de desprestigio que perdura hasta hoy. No obstante, hablando con
propiedad, nadie es tan poco maquiavélico como Maquiavelo.
Maquiavelo, ese incomprendido
Maquiavelo, ese incomprendido -II
Maquiavelo, ese incomprendido
Maquiavelo, ese incomprendido -II
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