¿Es el gas natural la solución ante el incremento del precio del petróleo? ¿Es el combustible inagotable, barato y limpio que algunos quieren hacernos creer? ¿Soluciona la importación de gas natural nuestra dependencia del petróleo? El gas natural no es inagotable, como tampoco lo era el petróleo.
Las reservas de gas natural son más limitadas de lo que se suele pensar. En 1971 se alcanzó el techo de nuevos descubrimientos y desde principios de la década de los 90 el consumo supera a los nuevos descubrimientos. Se estima que el techo de extracción se alcanzaría en unos 15-20 años, teniendo en cuanta que el techo del petróleo, que ya está próximo a alcanzarse, acelerará aún más el incremento del consumo del gas natural.
En la gráfica se muestra la evolución de la producción y del descubrimiento de nuevas reservas del petróleo (en verde) y del gas natural (en rojo). Cada vez es más difícil descubrir nuevas reservas, lo que lleva al agotamiento de las que ya hay y a que tarde o temprano se alcance el techo de extracción, pasado el cual la producción declina inexorablemente.
El gráfico siguiente muestra la producción conjunta de petróleo (incluido petróleos no convencionales) y gas natural. El petróleo convencional ha alcanzado el techo en 2004. El petróleo no convencional está permitiendo satisfacer la demanda. El gas natural licuado ha venido soportando la mayor parte de esta tarea, pero su aportación tiende a disminuir relativamente, ganando en importancia el petróleo procedente de arenas bituminosas y, sobre todo, el obtenido a gran profundidad en el océano.
Mucho antes de que se alcance el techo mundial del gas natural se producirá el conjunto de petróleo y gas natural. Se encuentra en un punto intermedio entre los dos. Si el techo del petróleo está próximo y el del gas natural se producirá en 15-20 años, el techo conjunto se producirá en algún punto intermedio, posiblemente a mediados de la próxima década. A partir de aquí el incremento de las extracciones de gas no podrá compensar la disminución del petróleo disponible. A partir del techo de gas natural la oferta conjunta caerá al ritmo de la disminución de la oferta de petróleo. Por último, la pendiente de la curva conjunta se hace mucho más escarpada a partir de que las extracciones de gas caigan en picado, una vez acabada la meseta de extracciones.
La curva de extracción del gas no es como la del petróleo. En vez de tener forma de campana, se parece más bien a una meseta: Al ser un gas, al contrario que lo que sucede con un líquido, una vez que un pozo se ha perforado, se requiere relativamente poco esfuerzo para bombear el gas. Hay poca disminución en la producción y poca necesidad de gastar más energía para llevar el gas hasta el agujero de extracción. Luego pasa por una meseta y luego tiene una caída pronunciada, que apenas se anuncia previamente, ya que la presión en el pozo cae y la producción se desvanece. EE.UU, cuya demanda es cerca de un tercio de la mundial, está sufriendo esta situación. Hasta finales de la década de los 60 tuvo las mayores reservas del mundo. Su capacidad de extracción está cayendo al ritmo del 1% y se espera que lo haga más rápido en el futuro, a pesar del frenético ritmo de nuevas perforaciones y de las importaciones de Canadá, cuya producción también han llegado a su cenit.
Importar gas natural crea una nueva dependencia energética.
Las reservas de gas natural están más concentradas que las de petróleo. La OPEP del gas natural estaría representada por Rusia, a la que se le atribuye un tercio de las reservas, que junto con Irán llegaría al 50%. El Golfo Pérsico y las antiguas repúblicas soviéticas contienen el 68% de las reservas, cifra que se elevaría al 70% en 2030. El resto se encuentra, sobre todo, en Argelia, Yemen y Angola. La comisión europea ya en 2000, en su libro Verde “Hacia una estrategia europea de seguridad del abastecimiento energético” (Bruselas, 29.11.2000 COM(2000) 769 final) ya advertía de esta situación:
“El abastecimiento de gas de Europa puede crear, con el tiempo, una nueva dependencia, tanto más acusada cuanto que tendemos a un consumo menos intensivo de carbón. El aumento del consumo de gas podría ir seguido de una tendencia al alza de los precios y debilitar la seguridad del abastecimiento de la Unión Europea. En la medida en que el abastecimiento externo de gas de la Unión depende en un 41% de importaciones procedentes de Rusia y en cerca del 30% de Argelia, parece deseable un esfuerzo de diversificación geográfica de los suministros, en particular en GNL.”.
Aunque las reservas de gas naturales aún son abundantes a nivel mundial, en los Estados Unidos ya se ha alcanzado el cenit para la producción de gas natural, lo que ha provocado una crisis del gas durante los últimos años, con precios disparados. No fue casualidad que la crisis del petróleo de 1973 llegara justo después de que Estados Unidos alcanzara su cenit de producción de petróleo en 1971, momento que aprovecharon los países de la OPEP para provocar la primera crisis del petróleo. Si Estados Unidos pasa a importar de ultramar gas natural licuado GNL en cantidades significativas, puede provocar sobre el mercado mundial del gas un efecto similar. De hecho el conservador Consejo Mundial de la Energía (REFLEXIONES SOBRE LA DINÁMICA DE LOS MERCADOS DE PETROLEO Y GAS NATURAL - Mensaje del CME para el 2004) opina que “el mercado del gas natural está hoy, en alguna medida, repitiendo la experiencia del petróleo en los 70”.
En EE.UU. el precio ha pasado de 3.37$ por millón de BTU (unidad inglesa equivalente a la energía de 2.760 metros cúbicos de gas) en 2002 a 14$ en el otoño de 2005, con un repunte hasta los 17$ (equivalentes en términos energéticos a 100$ por barril de petróleo; un 1 barril de petróleo equivale a 5,7 millones de BTU). Durante lo que llevamos de 2006 ha bajado de 10 a casi 6 $ por millón de BTU, pero tradicionalmente vuelve a subir los veranos por la demanda de energía para aire acondicionado y por el descenso de producción que causan en el golfo de México los huracanes. Véanse la evolución y previsiones del índice Henry Hub, de precios del gas natural en Estados unidos en los cuadros que se adjuntan.
Para poder satisfacer la demanda, EE.UU. necesita, según estimaciones, construir 40 plantas regasificadores y en este momento sólo cuenta con 5. Canadá, EE.UU. y Méjico han aprobado la construcción de 15. A medida de que EE.UU. va construyendo infraestructuras aumenta sus compras en el Golfo Pérsico, provocando una fuerte y creciente competencia con los países asiáticos (Japón, Corea del Sur y Taiwán son los mayores importadores de gas licuado; Japón importa la mitad del mismo), que se abastecen sobre todo de esta región. El resultado es una tendencia a un rápido crecimiento de los precios del gas licuado en Asia, donde se espera que aumenten un 75% para 2010 (Vernon, 2005).
El techo del gas natural en Argentina le lleva a reducir sus exportaciones a Chile y Uruguay, lo cual compromete la producción eléctrica de estos países. Es significativo el artículo “El nuevo limbo energético de Chile” publicado el 31 de Mayo de 2006 en La Segunda, edición digital de El Mercurio: "Los precios del gas natural licuado están resultando el doble o triple de lo previsto por el Ministerio de Economía, por lo tanto, el proyecto del GNL tampoco está resolviendo de la forma que queríamos los problemas energéticos de mediano plazo que enfrentará el país, (…) El gas natural licuado es caro puesto que tiene directa relación con el precio del petróleo. Aunque estamos enfrentando una contingencia, en el futuro el precio no será muy distinto al del crudo, y por eso no lo veo como una opción muy viable para la generación de electricidad, salvo que el escenario cambie en forma muy importante".
En Gran Bretaña (donde el gas natural supone el 40,6% del consumo energético primario) la extracción de gas natural cae al ritmo anual del 12%, por lo que ha pasado rápidamente de exportar a importar, pero carece de las infraestructuras necesarias para importar. Los precios del gas natural y de la electricidad se han duplicado en los últimos 18 meses y existe el temor de que los cortes se multipliquen en el futuro próximo.
Por último, el crecimiento de la demanda mundial está provocando una escalada del precio del gas natural (y en especial del licuado), debido a la escasez de medios de transporte (gasoductos y buques gaseros). Los países asiáticos citados tienen dificultades para asegurarse el suministro de gas licuado por la escasez de buques gaseros, a pesar de que pagan un sobre precio en relación con el precio del mercado occidental (Vernon, 2005).
Si Canarias pudiera abastecerse de gas natural mediante gasoducto, aún podríamos disfrutar de contratos de suministro a largo plazo con precios más o menos fijos, pero depender de gas natural licuado transportado por vía marítima nos lleva a competir directamente con los Estados Unidos y con Japón por el suministro, a los precios que las turbulencias del mercado mundial establezcan. Se prevé que España llegue a ser en 2015 el cuarto importador mundial de GNL.
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