En estos tiempos revueltos en que
todavía lo nuevo no acaba de nacer, ni lo viejo de morir, algunos queremos
hacer nueva política pero nos vemos enredados continuamente en las prácticas de
la vieja política.
Las asambleas son una poderosa
herramienta para que el pueblo ejerza la democracia directa, pero pueden degenerar
en asamblearismo, si acaban cayendo en manos de quienes tienen más tiempo
libre, o más espíritu gregario. Una jauría humana de apenas 20 o 30 personas “empoderadas”
puede desvirtuar cualquier movimiento asambleario, si les da por asumir ellos
solos la representación del resto de la humanidad, imponiendo una dinámica de
reuniones continuas pero cada vez menos numerosas, en las que el orden del día es el que sobre la marcha se les ocurre, y si no "se hace una votación para decidir si lo votamos".
En las asambleas surgen
liderazgos. Puede haber liderazgo carismático, basado en la capacidad de una
persona de generar ilusión en los demás por su capacidad o su valor; puede
haber liderazgo colectivo, basado en el consenso social creado en torno a una
organización; puede haber liderazgo burocrático, basado en haber obtenido
alguna vez un carguito, aunque fuera (por ejemplo) porque lo votaron 62 contra
56, y atrincherarse en ese carguito esperando pleitesía independientemente de las normas
que uno se salte o del uso que haga de dicho carguito.
Una organización puede aspirar a
acabar representando a la inmensa mayoría de la sociedad, pero frecuentemente
su debate interno se reducirá a que fulanito es más auténtico que menganito porque él ingresó el primero en (por
ejemplo)la fecha de 30 de enero, y el otro lo hizo el 15 de febrero, y esos dos
son a su vez mejores que quienes se unieron en junio, julio o agosto.
No saldremos fácilmente de estas dinámicas,
porque los mecanismos por los que acaba prevaleciendo el interés particular,
sea de uno solo, de unos pocos o de una multitud, sobre el general, son tan antiguos como la
vida en sociedad. Aristóteles sabía mucho del asunto, no en vano en su época se
practicaba la democracia radical como nunca después se ha intentado hacer,
hasta ahora.
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