Tened cuidado con los maestros de la Ley, que gustan de pasearse lujosamente vestidos y de ser saludados por la calle. Buscan los puestos de honor en las sinagogas y Ios primeros lugares en los banquetes. Éstos, que devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso.
Jesucristo. Evangelio de San Marcos
12, 38-40
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Artículo 16.3 de la Constitución Española
actualmente en vigor
Ninguna religión tiene en España
carácter oficial, independientemente de la cantidad de personas que la
practiquen. Cada ciudadano de este país puede tener, o dejar de tener, la religión
que mejor le parezca, y cada religión puede hacer uso de los espacios públicos para
sus cultos y celebraciones, pero la participación con carácter oficial de
autoridades y símbolos del Estado en cultos y celebraciones de alguna religión
es un anacronismo que no se mantiene más que por la forma populista que todavía
tienen algunos de entender al Estado, a
la religión y a la participación pública. En otra época en que Iglesia y Estado
no estaban aún separados podía tener sentido, pero no en la época actual.
Los presidentes del gobierno, parlamento
o cabildo, alcaldes y concejales, y demás autoridades civiles y militares, pueden ser muy devotos de la Virgen de
Candelaria y tienen perfecto derecho a participar en la procesión que se
celebra el 15 de agosto, pero es bastante chabacano que, en lugar de hacerlo
como simples ciudadanos mezclados con el público, hagan ostentación de esa
participación ocupando los puestos de honor con acompañamiento de pendón, banderas,
tropas y escolta en traje de gala. Toda esa fanfarria realza la pompa y
solemnidad del acto, contribuye al lucimiento de las autoridades que lo protagonizan,
pero es completamente incongruente con su naturaleza supuestamente religiosa, no solo desde el punto de vista aconfesional sino incluso desde el cristiano, como pone de manifiesto la cita del
evangelio con que comienza este artículo.
Repito que cada religión tiene derecho a hacer uso de los espacios públicos para sus cultos y celebraciones. Si tanto
fervor suscita la Virgen de Candelaria en el pueblo, es el pueblo quien directamente
debe organizar los actos en su honor. La ceremonia en la que se recrea el
hallazgo de la Virgen de Candelaria por los guanches, que se celebra la víspera
del día festivo, donde no hay ni pendones ni tropas ni demás fanfarria, seguida
de una procesión donde quienes llevan a la imagen son los guanches, y donde el
protagonismo de las autoridades es mínimo (aunque podría suprimirse del todo),
es lo más auténtico que queda de la fiesta, y así es como deberían ser los
demás actos de la fiesta de la Virgen de Candelaria. No es casualidad que a
finales del siglo XVI fuera motivo de pleitos, que acabaron ganando los naturales, debidos al afán de las autoridades de la época por apropiarse del acto.
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