José Martí nos enseña que quien resiste con perseverancia acaba trinfando

TRES HEROES - José Martí

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.




Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que Venezuela se cansaba.



domingo, 22 de marzo de 2015

Canarios al toletazo

Es una constante histórica que todos los pueblos insulares han vivido una permanente guerra cainita consigo mismos. Nuestros antepasados, pastores que competían entre si por un territorio limitado (“Todas sus guerras y peleas eran por hurtarse los ganados y por entrarse en los términos", como señaló Fray Alonso de Espinosa), andaban de ordinario al bimbazo, al variscazo, al toletazo o al garrotazo, siendo parte principal de su educación desde la más temprana niñez el adiestramiento en las artes marciales. Aunque esas habilidades han estado a punto de perderse entre los canarios modernos, al menos el talante lo hemos conservado intacto hasta el día de hoy. Otra constante es el espíritu de clan, la lealtad a tu menceyato o a tu auchón, lo cual también se conserva intacto.













Otros pueblos insulares han sido famosos por la ferocidad de sus guerras intestinas, su competencia como combatientes y su lealtad a sus clanes o tribus: los japoneses (cuya casta guerrera llegó a tener un código ético especial), los maoríes de Nueva Zelanda, los polinesios en general, los irlandeses, los islandeses...


Los isleños fuimos en nuestra América los pioneros de la independencia, pero también los que aportamos las más eficaces tropas con que contó España para combatirla. Las guerras de independencia de Venezuela y de Cuba fueron en gran parte una lucha fratricida entre canarios. Nunca nos hemos librado de nuestra condición.


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